El culto a la muerte es uno de los elementos básicos de la religión de los antiguos mexicanos. Creían que la muerte y la vida constituyen una unidad. Para los pueblos prehispánicos la muerte no es el fin de la existencia, es un camino de transición hacia algo mejor. Esto salta a la vista en los símbolos que encontramos en su arquitectura, escultura y cerámicas, así como en los cantos poéticos donde se evidencia el dolor y la angustia que provoca el paso a la muerte, al Mictlán, lugar de los muertos o descarnados que esperan como destino más benigno los paraísos del Tlalocan





En un esfuerzo familiar los vivos brindan a sus difuntos un “Banquete de los Muertos”. Existen muchos y variados, según la zona donde se ofrende, así la “ofrenda de altar” nos muestra la cocina mestiza plena de sabores sofisticados; la “ofrenda indígena de piso”, una exquisita gama de platillos como el mole verde, los tamales nejos, chocolatl, calabaza en tacha, tortilla, tlaxcales, pulque, entre otros muchos, como también presenta la bellísima “Ofrenda Colgante de Coatetelco”.

Es un hecho que la muerte existe, pero nadie piensa en su propia muerte. En las culturas contemporáneas la "muerte" es una palabra que no se pronuncia. Los mexicanos tampoco pensamos en nuestra propia muerte, pero no le tenemos miedo porque la fe religiosa nos da la fuerza para reconocerla y porque quizas también somos un poco indiferentes a la vida, supongo que así es como nos justificamos. Entonces la muerte se vuelve jocosa e irónica, la llamamos "calaca", "huesuda", "dentona", la "flaca", la "parca". Al hecho de morir de damos definiciones como "petatearse", "estirar la pata", "pelarse" morirse. Estas expresiones son permiten jugar y en tono de burla hacer refranes y versos.



VERSOS

Les dijo la "calaquita"

a todos los visitantes,

gracias por venir aqui

aunque sea por instantes.

A la dueña de este blog

la quiero felicitar,

pero con todo y escritos

al panteón la voy a llevar.

No te enfades "huesudita"

yo te acompaño a porfía,

nadamas déjame escribir

otra linda poesía.



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