Un changuito hambriento

unos plátanos vió,

y era tanta su hambre

que se los comió.



A otro changuito

no le quiso dar

y de un manotazo

lo mando a volar.



Tenia tanta hambre

que comió, comió y comió...

y de un dolor de panza

el chango murió.






Sarita









































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