Ya de mi amor la confesión oculta
oyeron tus calladas celosías,
y fué testigo de las ansias mías
la luna, de los tristes compañera.



Tu nombre dice el ave placentera
a quien visito yo todos los días,
y alegran mis soñadas alegrías
el valle, el monte y la comarca entera.


Por más que el alma con latido ardiente
sin yo quererlo, te lo diga a voces;
y acaso has de ignorarlo eternamente,
como las ondas de la mar veloces
la ofrenda ignoran que les da la fuente.
Sarita








Sarita.


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